Ojalá pudiera volver a caminar
por los pasillos de esa casa,
ese trazado laberíntico e inagotable
donde siempre brillaba el sol.
Dar un paso allí era confiar
en lo infalible del siguiente peldaño,
la verdad de los dragones y la magia,
los caballeros de la Bondad y el Amor...
Mi casa, en realidad, era una enorme librería
en cuyos pastos de hojarasca y letras me perdía,
corriendo con mis amigos, pintándolos de colores;
jugando a ser valientes y fuertes, como los mayores.
¡Incansable era mi fe en los caballeros
y las doncellas por los días venideros!
Hasta que llegó el huracán
que batió las puertas,
rompió la columna madre
y los muros derrumbó;
ahora paseo por las ruinas
que están cubiertas de polvo y tierra,
en este mañana de luz tibia,
frío y días sin color;
y busco algún guijarro roto
con las manos heridas,
algún recuerdo de ese mundo
dondo no había amargor.
Sonia
Este poema era para el ejercicio del "poema perfecto".
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