Oigo a mi espalda la huella del cazador
"Desnúdate" me dice con su dedo
donde te llevo pasaras calor.
Siento en la piel el aliento del miedo,
mientras mis pies se hunden en la arena
y los cuervos me observan desde el cielo
lagrimas en mis ojos no le dan pena.
"No me conviertas en polvo" suplico,
busco una mirada en su calavera
y cuando la espada sacia su apetito
atravesándome la vida entera
por fin escapo de aquel mundo onírico
donde aún me quedan muchas primaveras.
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